MI HISTORIA

Como muchas búsquedas, la mía empezó con un desencuentro largo conmigo misma.
Tenía veintitrés años, había dejado dos veces mi pregrado en Sociología para viajar y tratar otra carrera, pero seguía sin saber qué quería realmente. Y estaba desesperada por dentro.
Hasta ese momento mi idea de mí misma a futuro era algo así: intelectual, con logros académicos, en ambientes de debate, escribiendo. Sin embargo, adentro mío algo protestaba.
Estaba demasiado identificada con una parte de mí sumamente racional, y mi carrera en Sociología había reforzado ese aspecto. Me costó aceptar que tenía que empezar de nuevo y seguir buscándome.
Entonces llegó el Yoga, la experiencia de la profundidad de la consciencia y la sabiduría del cuerpo. Todavía recuerdo mi primera clase, porque ahí supe que no estaba perdida y descansé por dentro.
Recordé lo que me interesa y lo que me importa: la mente, la consciencia, el mundo interior, el movimiento corporal, las historias de vida, escuchar, ayudar a aclarar ideas, acompañar a lo profundo del dolor y encontrar los tesoros que deja como dones.
Nunca me imaginé ser terapeuta, y sin embargo es exactamente el trabajo que amo hacer y a lo que he dedicado mi formación y práctica profesional. 
Me encanta trabajar con las personas, sin más instrumentos que el corazón, el cuerpo y la mente.
No fue un camino fácil asumir quién soy profesionalmente, pero valió toda la pena y todo el miedo. 
Finalmente, sí terminé mi carrera de Sociología. Mi comprensión de lo terapéutico está muy influenciada por un pensamiento social crítico y por una sensibilidad social y cultural.
He transitado por diferentes modelos terapéuticos y hoy en día siento que he integrado mis aprendizajes en un estilo propio, tanto intuitivo como basado en la investigación y en la evidencia.